Cuando viajes no le digas a nadie
Esto por ahí va en contra de todo lo que ves. Pero una vez termines de leer esto, te va a parecer una excelente idea.
Mi pasión por viajar creo que se despertó de una edad muy temprana. Se volvió inminente cuando empecé a apasionarme por los aviones y quería ser piloto (no lo soy, pero si viajo en una nave todo el tiempo). Cuando viajaba me emocionaba y lo decía todo el tiempo, y ponía cuentas regresivas y todo.
Pensando en todo esto recordé la canción “El Auto de Papá” o como le decía yo “El Auto Feo”
El viajar es un placer
Que no suele suceder
Por eso decidí que estas experiencias que no suelen pasar tan seguido las iba a vivir diferente a mi día, a día. En mis últimos viajes hice algo distinto. No publiqué nada hasta que iba a viajar hasta cuando ya lo estaba haciendo. No publiqué mucho en los días que viajaba, excepto en cosas muy del otro mundo que me ocurrían. Por ejemplo, cuando mi novio me propuso casamiento (si, su servidora se va a casar).
Pero… ¿Por qué hice esto?
Miedo a la contaminación de la experiencia
Me pasa muy seguido que estando en mi destino me llegan mensajes de personas que estuvieron en ese lugar y tienen recomendaciones. Si bien aprecio una buena recomendación, y yo misma las doy, no las tomo cuando ya es “muy tarde”. Las recomendaciones a esa altura del partido me abruman, y ahora te explico por qué
Primero, porque no siempre son buenas las recomendaciones. Muchas personas quieren ser mejor que vos y te dicen cosas que no preguntaste o que no necesariamente aportan algo bueno. Me refiero a los comentarios del tipo “Yo lo pagué más barato” o “Yo comí muy feo en ese lugar”. Son mis vacaciones, no quiero negatividad. Únicamente buenas vibras.
La segunda razón es un poco más vergonzosa.
No me conoces, no sabés mucho de mí, pero yo tengo una planilla para todo en mi vida. Incluida mis vacaciones. En estas planillas están todas las cosas que me gustaría hacer, con sus respectivos pins de Google Maps. Las hago en el momento que reservo el alojamiento. Es cómo viajar antes de estar ahí. Me hace entrar en lugar y entender un poco sobre qué esperar. No es un calendario con qué días y en qué horarios voy a comer en cada sitio. Es más como un mapa, con muchas opciones de ruta que ayudan a una persona con ansiedad. Porque, de nuevo, son mis vacaciones, quiero solamente buenas vibras.
Revivir la experiencia al contarlo
A esta altura ya debes saber que soy fotógrafa. Si no, ahora ya lo sabés. No saco un millón de fotos en cada viaje, pero el número está cerca. Saco muchísimas fotos y edito cada una de ellas. Hasta armo álbumes compartidos para que todos pasen las fotos que sacaron en celulares. Sinceramente, amo todo eso.
Todo ese proceso de editarlas, seleccionarlas e ir publicándolas después de terminado el viaje es muy hermoso. Me hace recordar ese momento por más tiempo. No le tengo miedo a lo inmediato o a ser repetitiva. No me molesta si un “algoritmo” le importa lo monotemático por las próximas semanas. El volver a ver esas imágenes me transporta a cómo me sentía en ese momento. Es puramente cómo viajar de nuevo.